En un mundo feliz donde no existía la enseñanza obligatoria (de momento) en el País Normal, vivía un chico muy feo y como un cencerro llamado Nohaim el Loco (más tarde le cambiarían el mote). Y tras terminar sus estudios (voluntarios) de biología, se dio cuenta de que no era feliz:
--Papá, no soy feliz. ¿Por qué crees que es?
--Déjame pensar... ¿Porque no tienes amigos? ¿Porque no sales a la calle? ¿Porque no has tenido novia con 18 años que tienes? ¿Porque no te has tocado nunca y si pongo Localia a la madrugada te asustas?
--Es que yo prefiero los documentales... bueno, da igual, el caso es que voy a viajar en busca de la verdad.
--Pues lárgate y no vuelvas hasta que dejes de ser virgen.
--Pues hasta nunca.
Y con un abrigo, un bastón, un cuchillo y el cuento de ''La Llamada de Cthulhu'', Nohaim se fue. Pero volvió porque se le olvidaron los calzoncillos limpios. Era un día azul, de mucha lluvia, y las nubes tenían aguas de reserva. Nohaim viajó al azar hacia el Sur, en medio de una lluvia torrencial.
--Nunca ha llovido tanto en el país este, ¿será cosa de los thurustáis? (1) A finales de Junio no es normal que llueva aquí.
--Los dioses ya no hacen nada.
--¡Ahhh! ¿Quién eres tú?
--Soy el Profeta Molerón.
Aquel hombre era alto y joven, y en su atractiva sonrisa podía verse el brillo de la sabiduría.
--¿Y tú qué predicas?
--Predico la doctrina de una mujer de otro planeta: la Gran Aldra.
--¿Y cómo puedes saber esa doctrina?
--Porque Aldra vino a la Tierra hace 5500 años más o menos. ¿Quieres saber esa doctrina?
--Ni siquiera sé lo que voy a hacer mañana.
Y el día lluvioso aclaró... y volvió a llover.
--Vámonos a hablar al refugio.
--Yo no veo ningún refugio.
--Voy a crearlo.
--¿Cómo has dicho?
Entonces pasó por allí una campesina con sus vacas.
--Discupa, jovencita. ¿Tienes un microondas?
--Por supuesto, ¿cómo no iba a tener uno?
--Puedo usarlo, ¿no?
--Por supuesto. Enchúfelo en el tabique nasal en mi cara.
El microondas se encendió, y el Profeta Molerón metió dentro un sobre instantáneo durante un minuto a máxima potencia. De allí salió una casita de madera.
--Gracias por el microondas, jovencita.
--De nada, guapo. La muerte nos iguala a todos.
El Profeta Molerón entró en la casa y Nohaim le siguió.
--¿Por qué no sabes lo que harás mañana?
--Porque viajo en busca de un respuesta, que nadie me podrá dar.
--¿Por qué?
--Porque nunca se puede saber si no te lo revelan los dioses. Es imposible conocerlo.
--Aldra habló en persona con los dioses. Y enseñó cosas que [Dios] no quiere que sean sabidas. ¿Ves mis ropas rojas? Yo antes llevé ropas celestes. La ropa de los eliternaes (2).
--No sé de que hablas.
--Son cosas de Cogu, el planeta de Aldra.
--Yo busco la felicidad.
--¿No tienes motivos para ser feliz?
--Según los demás, no...
--No le he preguntado a los demás, te he preguntado a ti.
--No tengo motivos. No me gusta el mundo que conozco.
--¿Eres feliz ahora?
--No, pero al menos estoy en paz.
--¿No tienes ganas de mear?
--Hace 3 horas y media.
--Ya sé... ¿tú eres un puro?
--Sí, antes era casto, pero mis amigos Tenvo y Qecmu Sogüisu me pervirtieron. Al menos nunca he tenido un orgasmo.
--Parece que además eres un hijo de las tinieblas.
--¿Cómo?
Le dio una capa y un trapo celestes.
--Ahora eres un eliternae. Seguirás la doctrina de Aldra. No tendrás un orgasmo ni tocarás a nadie entre las rodillas y el ombligo sin que te dé el trapo rojo.
--De acuerdo.
--¡Ahora he de irme, pero eres un eliternae! Te llamaré Nohaim ¡el puro!
--Gracias maestro, proclamaré tu palabra.
Y Molerón le explicó la doctrina de Aldra a Nohaim, entonces, después de un curso intensivo de un minuto y medio, Nohaim salió caminando con Molerón hacia el Sur.
(1) Thurustáis: dioses.
(2) Monje guerrero aldraista.